
Diversos estudios señalan que cuando recibimos estímulos eróticos cambia nuestra relación con aquello que, en otras circunstancias, consideraríamos desagradable o asqueroso.
La repugnancia es una forma de defensa ante diversos organismos y potenciales amenazas, y también, una manera de evitar el dolor. Y que, por lo tanto, ha de desaparecer si se desea que haya un encuentro sexual, es decir, que pueda darse la reproducción necesaria para la supervivencia de la especie.
La excitación produce una estrechez en la búsqueda de metas que no sean la pura realización sexual, esto desencadena un aumento en la probabilidad de tener relaciones sexuales riesgosas. Además de la disposición a adoptar actitudes un tanto discutibles con el único objetivo de obtener ventajas sexuales. También se genera un cambio en el atractivo que percibimos en los los estímulos que nos rodean.
Tener en consideración lo anterior nos permite tener mayor control de la situación. Finalmente, aunque la excitación genere todo lo anterior no nos hace perder la conciencia y aprender a poner límites está en nosotros